PRESENTACIÓN:
La Chía (Salva Hispánica L.) es una planta de la familia de las labiatae (Lamiaceae), junto con el lino (Linum Usitatissimum), es una de las especies vegetales con la mayor concentración de ácido graso alfa-linolénico omega 3. Es una herbácea anual, que puede alcanzar hasta dos metros de altura. Las hojas miden de 4 a 8 cm de largo y de 3 a 5 cm de ancho. Las flores son hermafroditas, de color violeta. Florece entre julio y agosto y se cultiva, sobre todo, en Méjico, Guatemala y Bolivia. La planta de Chía requiere un clima tropical o sub-tropical. Requiere abundante sol, y no fructifica en la sombra. Al cabo del verano, las flores dan lugar a un fruto en forma de “aqueno indehiscente”.
La semilla es rica en mucílago (es una sustancia vegetal viscosa, coagulable al alcohol; determina la consistencia, la forma o el volumen de las preparaciones farmacéuticas), fécula y aceite; tiene unos 2mm de largo por 1,5mm de ancho. Es ovalada y lustrosa, de color pardo grisáceo a marrón oscuro.
HISTORIA:
En la época precolombina, la Chía era uno de los cuatro alimentos básicos de las civilizaciones de América Central (Aztecas y Mayas), junto con el maíz, el amaranto y los porotos. Sus semillas se utilizaron para elaborar medicinas y eran la base de su alimentación y también de la de sus animales.
Los Mayas hacían ofrendas de estas semillas a los dioses, en agradecimiento por las cosechas. El uso y el cultivo de la Chía, en el Valle de México, se remonta a unos 3,500 años a.C. En dialecto “náhuatl”, la palabra “chiactic” significa aceitoso o grasoso y el nombre Chiapas, actual estado al sur de México, significa “Agua de Chía”.
Los Aztecas usaban la Chía en distintos preparados nutricionales y medicinales, así como también en la elaboración de ungüentos cosméticos. Era fuente de energía para travesías prolongadas y alimento para los guerreros, por eso es conocida como el alimento de las caminatas. Una comida típica “tzoalli” la preparaban con semillas de amaranto y Chía tostadas, miel de maguey y harina de maíz.
La harina de chía tostada se utilizaba en la preparación de una popular bebida refrescante y nutritiva, costumbre que, con variantes, persiste hoy en Centroamérica y se denomina “Agua Fresca de Chía”. Su composición es agua, limón, azúcar y chía.
Los ceramistas y pintores utilizaban el aceite de chía para la preparación de barnices y pinturas, que se destacaban por su brillo y resistencia al envejecimiento. La harina podía ser almacenada mucho tiempo debido a los antioxidantes que posee, podía trasportarse fácilmente en viajes largos y se utilizaba como moneda de pago para tributos y transacciones.
La conquista reprimió a los nativos, eliminó sus tradiciones y destruyó la mayoría de la producción agrícola intensiva, así como el sistema de comercialización existente. Muchos cultivos que mantuvieron una posición importante en las dietas de la América precolombina fueron eliminados por su estrecha asociación con la religión y tal vez por su incapacidad de adaptarse a las condiciones climáticas europeas, siendo reemplazados por otras especies foráneas de gran demanda.
La ciencia moderna ha llegado a la conclusión de que las dietas precolombinas eran superiores a las que actualmente se consumen en la misma región, y la chía, que sobrevivió sólo en pequeñas parcelas en áreas montañosas escarpadas de sur de México, Guatemala y Nicaragua, vuelve, quinientos años más tarde, a recobrar su papel protagonista en la nutrición humana.
VALOR NUTRICIONAL:
La ciencia actual explica por qué las antiguas civilizaciones lo consideraban un componente básico de su dieta. La composición química de la chía y su valor nutricional, le confiere un gran potencial para la alimentación: La semilla está formada de un 20% de proteína, un 25% de fibra alimentaría (5% fibra soluble de muy alto peso molecular) y un 34% de aceite; el 64% del aceite son ácidos grasos omega 3. No contienen gluten, por lo que son aptas para celíacos. No se conocen componentes tóxicos en ella.
Estas semillas ofrecen ahora al mundo una nueva oportunidad para mejorar la nutrición humana, siendo una fuente natural de ácidos grasos Omega-3, antioxidantes, proteínas, vitaminas, minerales y fibra dietética.
Ventajas de las semillas de chía:
- Es la mayor fuente vegetal de ácidos grasos Omega-3;
- Contienen antioxidantes, proteínas, aminoácidos, vitaminas, minerales y fibra;
- Aportan proteínas muy importantes para personas vegetarianas;
- La semilla no contiene gluten;
- Se pueden consumir solas o incorporadas a otros alimentos;
- No tienen sabor ni olor;
- Aporta energía a quien les consume;
- Ayudan a controlar los niveles de colesterol y la tensión arterial;
- Facilitan la digestión, mejoran el transito intestinal y tienen efecto saciante;
- Ayudan a controlar el apetito;
- Colaboran en el mantenimiento de una buena salud cardiovascular;
- Ayudan a mejora la salud del sistema nervioso y inmunológico;
- Favorecen el desarrollo muscular y la regeneración de tejidos;
- Mejoran la actividad cerebral y ayudan en problema emocionales;
- Ayudan a controlar los niveles de azúcar. Aporta beneficios para diabéticos;
- Son una buena fuente de vitaminas del complejo B (B1, B2, B3, B6 y B8), vitamina E y vitamina A. Además contiene calcio, fósforo, magnesio, potasio, hierro, zinc, selenio, boro y cobre. Tienen un bajo contenido en sodio;
- Pueden consumirlas personas de todas las edades.
FUENTE DE FIBRA:
La semilla de chía es una fantástica fuente de fibra dietética soluble e insoluble. Contiene aproximadamente 30 gramos de fibra por cada 100 gramos.
La fibra soluble es soluble en agua; cuando se mezcla con agua forma una sustancia parecida a un gel. Tiene muchos beneficios, entre ellos, regula el nivel de azúcar en sangre y ayuda a reducir el colesterol.
La fibra insoluble no absorbe agua, ni se disuelve en agua. Pasa a través del sistema digestivo y ofrece muchos beneficios a la salud intestinal, favoreciendo la regulación del tránsito intestinal y el desarrollo de bacterias beneficiosas.
Las dietas ricas en fibra pueden ayudar a controlar la obesidad, ya que aportan menos calorías en el mismo volumen del alimento; además, este tipo de dietas facilitan la ingestión de menor cantidad de alimentos debido a que prolongan el tiempo de masticación y por su volumen, ayudan a producir más rápidamente la sensación de saciedad; también, las dietas ricas en fibra atrapan parte de los azúcares y las grasas ingeridas, ralentizando su absorción, lo que disminuye el aporte final de energía.